Les voy a empezar a decir (a contar debería haber puesto, pero es que contar ... pues también puede producir confusiones ... así que de dos males, el menor) mis impresiones al regreso a casa después de casi 6 meses sin ver a mi familia, mis amigos ... ahhhh ... y a mi mujer, claro está.
Primero que todo, recibí una calurosa acogida en una primaveral y fogosa Habana que se esforzaba por pasar de los 30 grados a la sombra. Pero como yo venía de una Panamá de 36 grados, casi que no senti ese amoroso aire caliente que te entra por la nariz (¿las narices? ... no sé, yo tengo dos huecos pero una sola nariz ... bueno ... tengo mas huecos, pero de esos no vamos a hablar por el momento) y que te hace desear meterte a como puedas en la primera nevera que encuentres.
El primer contacto con la familia fue de sensación de piel con pieles que antes habían sido cotidianas y que mucho agrada volver a sentir.
En el camino a casa mi esposa, no se resistía a la tentación de tenerme cerca y acariciarme, freno en medio del camino y dió rienda suelta a sus caricias mas profundas. A mi me daba un poco de pena el que alguien pudiera ver esa romántica escena pero yo, si bien no estaba muy ansioso, también estaba con las ganas de volver a ligarme a las costumbres que casi había olvidado.
Ese amor que con tanta energía me ha brindado mi mujer ha golpeado duro a mi corazón (si, también a mi corazón) y creo que le debo mucho a ella.
Ahhhh ... se preguntarán el porque ese ojo así. No ... no se equivoquen, no es maquillaje, es que casualmente me di un golpe con una pared que hacia rato que no veia.
!!!Que mal pensado son algunos!!!
En próximos post seguiré contándoles en la medida que me vaya recuperando y el médico de cuidados intensivos de la sala de poli-traumatismos me deje usar estos adoloridos dedos.
Primero que todo, recibí una calurosa acogida en una primaveral y fogosa Habana que se esforzaba por pasar de los 30 grados a la sombra. Pero como yo venía de una Panamá de 36 grados, casi que no senti ese amoroso aire caliente que te entra por la nariz (¿las narices? ... no sé, yo tengo dos huecos pero una sola nariz ... bueno ... tengo mas huecos, pero de esos no vamos a hablar por el momento) y que te hace desear meterte a como puedas en la primera nevera que encuentres.
El primer contacto con la familia fue de sensación de piel con pieles que antes habían sido cotidianas y que mucho agrada volver a sentir.
En el camino a casa mi esposa, no se resistía a la tentación de tenerme cerca y acariciarme, freno en medio del camino y dió rienda suelta a sus caricias mas profundas. A mi me daba un poco de pena el que alguien pudiera ver esa romántica escena pero yo, si bien no estaba muy ansioso, también estaba con las ganas de volver a ligarme a las costumbres que casi había olvidado.


!!!Que mal pensado son algunos!!!
En próximos post seguiré contándoles en la medida que me vaya recuperando y el médico de cuidados intensivos de la sala de poli-traumatismos me deje usar estos adoloridos dedos.